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Múltiples Existencias: Enlaces -a la vera del camino- SIN TIEMPO -Silvia Barberini (4ta parte)

Nov 30, 2023 #Múliples Existencias

La mujer cerró la ventanilla. Prendí el aire acondicionado y ella dijo:

  • No faltan más que un par de metros.
  • Está mejor? Pregunté vanamente, a la vez que se reforzaba en mí la idea de que la premonición que tenía era acertada, la desgracia había ocurrido y era fuerte, me dije, y si esta mina mató a alguien?
    No me animé a preguntar.
    Tenía aspecto de “la esposa de”.  Parecía una mujer de esas a las que no les faltan ropas, ni perfumes, ni horas de shopping brasileños o posadeños, y de ello dieron cuenta después, las noticias.

Llevaba pollera. Repasé otra vez su aspecto y ahora creí hallar los restos del impacto, raspones de tierra en las rodillas y gotas de sangre, gotas que recién notaba en los pliegues de tela  y salpicando, pareciera, alguno que otro hilo de la camisa, de diminutas flores, o quizá era yo, salpicándolo todo, pensé.
Era claro que, o tenía aspecto de haber caído de un auto, o habría atropellado a alguien y salió corriendo hasta la ruta por ayuda, era lógico. O habría dejado a algún vecino de la zona cuidando al atropellado.
Tal vez el otro iría en bicicleta.
No sabía bien qué, pero una cierta empatía me daba conocimiento, o una seguridad. No era sólo el auto lo que dejó en el camino.
Circulaba al ritmo que me permitía el entosque que por momentos se volvía pura piedra, y esta mujer está, pensé, muy shockeada.
¡Cómo uno se complica la vida en un rato!
-Y si hubiera sido una criatura que se le cruzó y no pudo frenar el auto, y si la víctima es ella, y no es dueña de ningún auto?

-Podría ir un poco más ligero. Me insistió la mujer.

No llevarlo estaba hecho y en algún lugar tenía la esperanza de no encontrarlo. Horrible, pero cierto, no sé los demás, pero la mala gente, como yo, duda de meter en su vida a otro, y más si ese otro requiere de ser madre, qué sé de ser madre, de ayudar, de entregarlo… Puta! Que lo encontré.
Porque no pretender o ilusionarme en pensar lo que no deja de rondarme, si alguno de ellos, del caserío, o los vecinos, escuchó. Por qué, no?
Tal vez lo vieron,  o los padres en ese espacio de tiempo pudieron volver en sí, arrepentirse, y no tenga que traerlo a mi caparazón, ni a mí noche, a veces tibia.
Pero la vergüenza me gana, otra vez, recurrente a la decisión del ahora, estúpida, no me deja y ni siquiera puedo explicarle a este tipo, a qué vamos. Puta! Que no nací buena.