• 04/05/2024 20:06

Múltiples Existencias: Sálvame palabra (por Claudia Queiroz)

Salvame, palabra, de este hastío de día sin promesa, de estos veinte minutos de sobra, sin nada que agregar. Salvame de lo que pueda pasar antes de abrir la heladera, picar perejil y calentar el aceite. Ocupame las manos, la

cabeza, disfrazate de vieja con escoba, de nena con el dedo en la boca, de cascarudo, de cascanueces.

Vení, palabra, vení en caravana tocando bocina, llamame Torcuata, o Enriqueta o Secundina, pero llamame, hacete pasar por pariente lejana, por mi nueva vecina, vení, palabra, a pedirme prestada una taza de harina, a devolverme el taper, a preguntarme si no sé dónde queda tal o cual parte, dónde vive fulano, a qué altura de la calle. Vení sin Agosto, sin lunes, sin once y media, sin 2022. Así nomás, no hace falta que te cambies, ni que me avises, ni que saques turno. Vení a salvarme, que mientras tanto pasa la hora y no pesco un segundo, palabra, dame, un color albaricoque, un géiser, una estalactita, una cueva y 40 ladrones. Un bien que por mal no venga, un detrás de las 7 colinas y la mar en coche. La posta, dame, de Yatasto, o cualquier otra, la gruta de la Virgen y los tres niños pastores. Ponele el cascabel al gato y las barbas en remojo, llevame al estrecho de Magallanes, la ruta de las especias, la miel del monte, la nieve del merengue, la leche, la sopa.

Dame, palabra, el bolero de Ravel, el palacio de la Alhambra, el arroyo de la chacra, el almidón de maíz, la suerte echada. La contratapa, la cinta de raso que marca la página, dame, palabra, un comino que me importe, un lugar donde no se cuecen habas, un marinerito que me tire un papel.

Vení, palabra, dale, haceme el aguante, sacame las medias para que pueda escribir en la arena de un reloj, con el dedo gordo del pie, socorro, me sobran veinte minutos y no sé que hacer.