• 28/04/2024 23:11

Múltiples Existencias: Enlaces -a la vera del camino-SIN TIEMPO – Silvia  Barberini (2da. Parte)

Nov 14, 2023 #Múliples Existencias

Olía a desgracia. Ella parecía ir retomando el aire, pero no lograba la compostura, estaba como deshecha, agobiada, entonces las palabras parecían elementos sin cabida en el habitáculo, seguía muda, el vehículo ya iba, y yo aun pensando que preguntarle sería de entrometido, vencido por la curiosidad, le  dije: – Qué le pasó? Chocó, está lastimada?

Fui consciente al sonar su voz que en el permiso de subir al auto casi me traiciona el tono a orden, pero no me salió de otra forma el pedido y me iba  justificando en la desesperación, en lo abrupto por necesidad. No contesté.
Fijos los ojos en los terrones deshechos que formaban montículos al camino y de los que no había reparado antes, mientras casi corría, caí en un remanso, fracción de pensamiento ilustrado en el reflejo de la ventanilla, una luminiscencia gris de sol, que se filtraba por los cristales, tratando de alcanza el rastro de un jarrito de mate. El de mi madre, a esa misma hora, y era largo!

Ella permanecía en silencio, y yo corto, como siempre, sin saber cómo abordarla, pero el miedo no ayudaba, y no es que yo le temiese, sino para decirlo bien, podía percibir su reticencia sumada a un miedo que subió con ella, una herida, quizá, no sé.

Abierta al paisaje de hierro como fierro, atravesada por crostas de tierra que me doblegaban haciendo curso a lo que dejé, o a lo que se hace, fui a mí madre, o a lo que se comparte en la confianza de ceder, a tomar lo que es ser ella, quizás, no sé, pero corrí como madre.
La que corre y enlaza ganas de volver, de alcanzar la proximidad de estar con una y el prójimo, con jota, de joderse o de tanto decir en silencio, buscando piso, sin saber, perturbada y próxima, a un desconocido. Como se es madre…

El sobresalto de la tosca volvió a traerla al habitáculo del automóvil, yo manejaba esquivando piedras en la intención de no cortar ninguna llanta y menos que menos golpear el cárter, no estaba para extras, pero ya no podía dejar a esa mujer

– Podría arremeter un poco?!, es urgente. Dijo

– No puedo dejar el auto en el camino, esto es un desastre, hará que hace mucho que no pasan la máquina, y diga que no llueve porque parece que la tormenta se está armando.
Miré a lo lejos, con ella.

Si comienza a llover se complica, me dije, y no sé si llegaremos a tiempo, tampoco sé si voy a llegar, pero estaba transcurriendo lo que dura lo eterno en la resolución, ante un hecho fortuito y no. Esa torpeza que me es propia a la hora de decidir o porque en la suerte pareciera, a veces, andan imantadas pequeñas desgracias que hacen de la vida un salto. De cuando, sobra.