I- El brujo menor nace todas las noches en un momento de otro lado.
Se lame las manos y esculpe con saliva un cuaderno, va robando la oscuridad, se hace mono y se deshace, se crea una vez más para salir al umbral de su guarida. No mira, nunca mira, ve más allá de las dimensiones convencionales.
La luna es una lápida que ilumina su cuerpo innecesario. No mira, nunca mira, pero ve e intenta dilucidar las figuras que se retuercen entre el humo.
El brujo menor se lame las manos y medita, sabe que es el crimen de alguien que no busca redimirse. Se Inmola en el origen de la eternidad y fuma lo que queda de sí. Busca la luz, se destruye, se reinventa y cree.
II- El brujo y un mono hacen de la noche un pueblo.
Despojado de su madriguera el animal tiembla y se propaga por las Calles, se comparte con la noche, explora los misterios que asustan a los hombres. El brujo menor garabatea algo sobre el esqueleto de un gato. El brujo y el mono se hunden en una verdad implacable que se esconde en el vientre de la oscuridad; no la conocen aún, solo se hunden para ahogarse de ella.
Antes de las veredas no hay nada, la selva que es la sombra está vacía. En la esquina, la misma esquina de siempre, bajo la jirafa de luz, hay un gato blanco de ojos negros, que mira como miran las estatuas.
Queda el garabato sobre el esqueleto de otro gato.