• 20/05/2024 09:40

Reflexiones entre equívocas y univocas: Verdades (por Juan Oviedo)

Nietzsche en “Humano, demasiado humano”, no quiere verdades “barruntadas” obtenidas por deseo o temor, son errores y conjeturas tomadas como certezas, -verdades- de origen ilegítimo.

Macri, Fernández, Miley, “verdades” electorales, posicionados por aquella otra verdad llamada “representación” y fundamentada por esta verdad llamada “democracia”, todas se encadenen entre sí, más aún, se ha desvirtuado el sentido de la democracia por “asociarla” como una forma equilibrada de gobierno, coligada a conductas parlamentarias y a una civilidad respetuosa, cuando el sistema es una cuantificación que legitima a ganadores y perdedores, pero punto.

La democracia en sí misma “no es” ni dicta acerca de la sapiencia de gobierno elegidos, ni por la conducta de los -vencedores y vencidos- porque sus formas, ya están contempladas en la constitución, porque no es el sistema democrático quien origina a la constitución sino ésta, a la forma de gobierno.

Así, la “legitimidad” de los señalados presidentes, refracten las verdades ilegítimas que el sistema cuántico, ¡posicionó! o sea, verdades barruntadas.

Porque ¿cómo interpretar que de la -década ganada- la gente decidió votar a un Macri?, es simple ¡decepción!, ¿y de un Milei?, ¡que se puede decir!, hartazgo, desencanto, ante esa fórmula ganadora y un gobierno colaboracionista que sembró para el -triunfo- del actual mandatario.

Pero las verdades barruntadas no se quedan en los candidatos y en lo electoral, sino que “ahora mismo” se están gestando en la -discusión- por la ley ómnibus en diputados, puesto que algún diputado logre destacarse desde el bando opositor, y represente ese estandarte de la nueva verdad que lo discursivo posiciona, él, por supuesto, apoyado por “su” decir.

Es tan fácil darle, pegarle, descolocar al oficialismo, ¡máxime! si se tiene como contrincante al “críptico” balbucear del ministro Caputo y al “galimatismo” característico de la ministra Bullrich, y propedéutica excelsa a no repetir, por el cual cualquier individuo afecto al pólemos discursivo, pueda asumir el rol de convertirse en la ¡nueva! verdad “barruntada”, con solo levantar la voz, señalar y acusar, asumir la ética de la honestidad, pues con solo eso ¡descollar! ante la -magra condición- de lo que se halla enfrente.

Los nuevos ídolos y héroes, los pasados, los presentes y los futuros, fueron, son y serán desde esa fuente que los posiciona como verdades barruntadas: ¡miedo y temor!, o la legitimación de lo ilegítimo como presidentes, funcionarios, legisladores etc……


Juan Oviedo