La noticia por parte de un medio que señalaba la “vigencia” a la participación en un concurso de poesía denominado “Néstor Perlongher”, hubo de generar una interesante experiencia a la que paso a comentar. Un participante queda afuera del mismo, por -no cumplir- con el reglamento señalado, pero la cuestión a considerar es la siguiente, que el moderador al determinar que esa obra no cumple con las características destacadas, termine diciendo, “Pero bueno obviamente es -tu- decisión”, este -tu decisión, es tu decisión- queda repiqueteando en el cerebro de aquel que hizo el poema que envió, ahora, ¿quién determina que ese participante este afuera?, lo es por ese moderador, claro, “dirá, pensará” que -su decisión- está “basada” en la decisión del participante que envió el poema, pero sea como sea, se trata de ¡él! quien ejerce el juicio y la ¡última palabra!, así, es ese moderador quien decide en última instancia.
La consideración de que “es tu decisión”, es algo que queda en manos de quien se queda sin poder participar, y el moderador señala como -un acto de su voluntad-, sin embargo, hay una cadena detrás y correlacione pasos porque sin “participación” no hay decisión alguna de ese tercero, ahora, la inquietud estética que no puede participar es por poner el “acento” en normas del reglamento y determinante a la participar o no, por el cual, primero, la obra como posibilidad abierta a todo participar queda de lado y segundo, las normas y reglas que orientan, no están al -servicio del participar-, no son así, sino que coaccionan donde esta segunda debería estar al servicio de la primera.
Ahora, esto de la coerción sería lo menos problemático ante la verdadera cuestión a considerar, y sea el “veto” a la instancia ¡estética! que la misma convocatoria posiciona, y tiene por eje a la obra enviada, la que -no es- considerada como tal, donde cuestiones burocráticas son las que tienen la potestad para legislar desde las pautas de lo reglamentario, y cercena la posibilidad a la participación abierta, ahora, con la frase “es tu decisión”, no es más que la propia decisión determinada por lo reglamentario ¡por sobre lo estético!, y esto es lo “grave”, y esa sea la -cuestión de fondo- e imagine usted a un Borges, a un Celaya, a un Neruda, dejados de lado y no considerados en absoluto por cuestiones reglamentarias, Lo que pone en entredicho eso del participar como algo abierto cuando se trata de en un entramado “cerrado” y determinado desde pautas administrativas, algo que -no es- para orientar, ayudar o sugerir otras formas, sino de cómo lo burocrático, se yergue norma, ley, es el corsé que determina lo formal al cual se “debe” obedecer y ajustar, así, no importa el contenido de la obra, su valor simbólico, estético, puede ser una porquería, pero si se ajusta a lo normativo, entonces, ello la habilita a participar, por lo tanto, la pregunta -legislador-, cuando leíste la obra enviada en tu mirada prevalecía, la norma, eje de tu decisión y que me exonera de MI decisión porque siempre se trató de ¡TU decisión!.
Juan Oviedo