El término autismo se utilizó por primera vez medicamente en el año 1911 cuando el psiquiatra suizo Paul Bleuler lo acunó para referirse a un aspecto de la conducta de los pacientes esquizofrénicos que consistía en “encerrarse en sí mismos”. En 1943 el doctor Leo Kanner lo investigó en EEUU lo delimitó y lo definió y según sus investigaciones propuso los siguientes síntomas como criterios distintivos: aislamiento para el contacto con personas, relación intensa con determinados objetos, conservación de un aspecto concentrado y pensativo, alteraciones en la comunicación verbal, mutismo o repeticiones, fijación por objetos y movimientos circulares y una marcada resistencia a los cambios. Mucho tiempo pasó hasta que la Organización Mundial de la Salud -OMS- la reconoció como una categoría diagnostica especifica bajo el nombre “Autismo Infantil”, corría ya el año 1980. Las investigaciones continuaron y se ampliaron y cerca del año 90 se lo definió nuevamente como “Espectro Autista”. En la actualidad se continua con esta clasificación con el agregado de que se definen cinco clases distintas dentro del espectro.
Las causas que lo provocarían aun no se han definido con precisión y se entrecruzan teorías basadas en la genética y en algunas funciones del sistema nervioso, que no se realizarían con normalidad. De todas maneras, lo importante es la toma de conciencia acerca de los niños y adultos que padecen estas patologías, que llevan adelante sus vidas con gran esfuerzo -suyo y de sus familias- porque el mundo no está preparado para personas con sus características ya que se comunican de manera diferente, se sienten atraídos por objetos o acciones específicas, que pueden ser llamativas y suelen tener problemas para demostrar su afecto. Más allá de estos rasgos, son sensibles, algunos muy perceptivos, les encanta recibir demostraciones de afecto y atenciones, pueden ser muy sensibles a los ruidos intensos, disfrutan del orden de sus espacios y les gusta estar solos, y pueden sentirse mal si alguien de su entorno familiar también lo está. Es preciso entender que como no cuentan con un desarrollo lingüístico “normal” en ocasiones se frustran por hechos menores, pero en realidad, lo que más los molesta es la incapacidad de hacerse entender.
En los últimos años hubo evolución en el trato, en la aceptación de las obras sociales y en la inclusión educativa, aunque todavía quede un largo camino por recorrer para lograr una sociedad más sensible a las personas con este trastorno, hay que tener en cuenta que existieron a lo largo de la historia de la humanidad, los egipcios los llamaban “los hijos de las hadas”.