• 29/04/2024 11:00

Múltiples Existencias: En eL pAtIo. (De Aníbal De Grecia)

Empecé a masticar los dedos de Verón, mientras él pensaba en la posibilidad de salir volando, convertirse en pájaro y elevarse, sus ojos miraban bien arriba, alto, altísimo y yo hacía globitos de saliva, intentó incorporarse en un impulso maquinal, apreté mis dientes y lo sintió. Volvió a sus pensamientos, cayendo en la realidad de que eran solo eso y su cara se puso triste, pero insistió, ahora pensaba en ser una nube, una negra, esas de tormenta, viajando a toda velocidad hasta chocar contra otra y estallar y desarmarse y convertirse en algo nuevo y fresco y caer, pero no quiso, porque sabía que podía romperse como pasa con algunas gotas. Verón pensó en caer y miró para abajo y se agarró la barriga, tuvo vértigo.

Llevaba dieciséis horas seguidas con él sentado ahí, empecé a tener hambre, apreté cada vez más los dientes pero Verón no bajaba, ahora se imaginó como viento y recorrió muchos tiempos y todas las geografías, porque el viento es así. Cambiaba de forma e intensidad a gusto, se deleitaba en la idea, yo no estaba muy contento con eso; apreté más fuerte mis dientes en su dedo gordo hasta que reaccionó y sacudió leve el pie sin sacarlo de mi boca.

Sentí una gota de sangre, me gustó el sabor, la tibieza, mastiqué su carne despacio, era firme pero se desprendía rápido, primero comí sus piernas, las dos, era flaco Verón, pero delicioso. Mastiqué con paciencia y satisfacción.

Se acordó del mate que dejó al lado del sillón, cebó, dio un sorbo y escupió. Dejé de masticar, me empezó a picar la panza.

Sigo con hambre. Verón otra vez mira para arriba, creo que sigue volando.