Me cuesta pronunciar la erre
por eso intento escribir
poemas sin erres
por si tengo que releerlos.
A veces lo repienso
me repongo rápido
y recorro las ranuras rabiosas
donde resvalalan, caen
y se pierden sus cuerpitos temblorosos
que intentan ser reconocidos
como lo que son
un borde fantástico que me llena la boca
de siluetas redonditas que levantan mi
lengua toda desnuda y la hacen bailar.