¿Y si no viene nadie?…
Haremos otra cosa. No será el encuentro multitudinario que soñamos en nuestras fantasías, no será una fiesta cuya inercia extenderá los límites del sueño hasta muy pasado el alba; tal vez, incluso, dormiremos temprano, desilusionados.
Jugaremos a otra cosa. Construiremos castillos con naipes, nos perderemos en las elucubraciones del uno o del otro, miraremos la luna y debatiremos si es época de plantar las que crecen para arriba o para abajo. Los frutos de nuestras inspiraciones se desperdigarán en mundo conocido; captaremos con claridad las ideas ajenas, no habrá cejas que se levanten ante el estupor o la incomprensión frente a lo desconocido. Será todo más fácil.
¿Si no viene nadie? Seremos sólo tú y yo, cómo cada día, mi amor, así cómo estamos solos cada día y que tanto no nos aguantamos ya que llegamos al punto de decidir, resignados, organizar una fiesta a la que nadie más vendrá.
