Algunas noches, llego a una casa que desconozco
a entregarle una tajada de torta de chocolate a una persona que desconozco por completo.
Se acerca su imagen a la de un hombre al que alguna vez le pedí amistad, pero nunca intercambiamos nada, solo un hola.
Es una persona destacada, que parece pertenecer a un ámbito cultural, lo leo, lo leo en su figura
de profesión humanitaria y si bien, es un solo ver, tampoco está, es como lo general de un hombre, o la imagen del que siempre cobra un sentido.
Me recibe, le alcanzo ese gusto, que hago bien, en el sueño, y este lo recibe en medio de un ir siendo también con otros.
En el lugar, o lo que parece lugar, hay personas que no reconozco, una mujer mayor, que me deja ita, y otros indistintos que no distingo, pero sé que están.
A veces me veo en el jardín de esa casa, entiendo que tanto esta como el hombre, se corresponde a otra,
una que es casi real o conocida de tanto soñarla, pero que tampoco es la casa cierta de la vida,
sino una donde alguna vez, despierta, soñé un jardín inmenso.
Lo que queda y me despierta es la tensión con él, lo que no resuelvo
Y reitero
Sueños, o lo que tengo ahí, tras los ojos, en la lengua, casi casi, pero no pesco,
escenas sueltas,
yyo partiendo cigarrillos para incluirlos en la ensalada de frutas
y quitándolos
mientras me cuestiono qué iban a aportarle a la ensalada las resmas partidas
y planto cigarrillos en el chocolate
Cómo llegué a esto, dijo el de las ciencias humanitarias que me voy diciendo
mientrasse pierde la persona en mí,
y le digo al plástico que llamamos algodón
olínea mágica de un devenir que escapa a esta lengua
casi extrajera,
dónde tengo que parar, antes que
hasta mi soledad
me tema, esta noche.
(Fragmento)