Una docente inquieta, de la escuela 324 del km 9 de Colonia Aurora, tuvo la iniciativa hace unos meses de buscar un espacio social que pudiera acercar conocimientos a sus alumnos, fuera de la currícula escolar. Incluso, proporcionando a la comunidad aborígen tekoa «ará poty», el incluirlos e integrarlos a las actividades. Todo surgió a partir de una casita humilde destinada a vivienda de maestros.
» Nuestro proyecto pretende volver habitable a una casita para maestros que hay dentro del predio escolar, pero a partir de esto, buscamos despertar corazones que nos ayuden a reparar esta casa y otorgar un espacio cultural a la zona», explicó Marisa Biechteler, docente del lugar, muy animada con el proyecto.
«Comenzamos de a poco y fuimos más allá tratando de atraer en el medio del monte, formaciones diferentes. Es una colonia de colonos tabacaleros y peones rurales y buscamos que se pueda proporcionarles otros conocimientos artisticos, como para ofrecerle una proyección de vida que no sea ser peón rural, casarse a los 18 y seguir trabajando en la chacra, que no está mal, pero está bueno que puedan tener otras miradas, otra elección de vida», aseguró.
El inicio fué hace unos meses buscando terminar la casita, recorrió comercios, visitó amigos, contándoles de su idea. » Después nos unimos al proyecto de la aldea Tekoa «Ará Poty», para aunar esfuerzos e integrar también a la aldea. Trabajamos con la Dra Lucia Filippin que atiende en la comunidad y nos propusimos que los niños pierdan prejuicios que tenemos los adultos de que los aborígenes son de otro sector, cuando somos todos de la misma sociedad. Buscamos la unión de gente de buen corazón, en definitiva», dijo.
La misma gente de la zona con sus máquinas agrícolas, aportaron la madera para la casita.
Muy emocionada explicó que «uno puede crear redes charlando, mostrando lo que hace. Tengo una abuela de 80 años que se llama Medy de aqui de Oberá y ella recolecta material didáctico, ropas, hasta un escritorio nos consiguió, y los fines de semana los vengo a buscar», mencionó.
«La casinha da maestra» se llama asi porque los chicos del lugar hablan el portuñol. » Me pedían para jugar alli en la casinha da maestra porque no tiene nada y ellos sabían estaba destinada a la maestra, pero tenían lugar libre. Es de techo de cartón, maderas muy separadas que intentamos mejorar, incluso con barro ñaú, que los mismos chicos hicieron, pretendemos tapar las ranuras y con lo que consigamos amueblarla», relató la docente.
«La idea es hacer alli una sede cultural con quien quiera colaborar dando clases de dibujo, pintura, idioma, y allí pueden pernoctar cuando vayan y enseñar al menos una vez por semana. Los chicos hicieron cuentos y dibujos del tema y ahora queremos exponerlos en el museo Braulio Areco, están muy emocionados por eso», dijo refiriendo a sus alumnos.
La escuela tiene 56 alumnos en primaria y 18 en jardin de infantes. Mientras que en la Aldea hay 90 habitantes, de los cuales 52 son niños. «Necesitamos ropas para la aldea más que para mis alumnos, nosotros tenemos una comunidad educativa muy unida, los padres de los chicos nos ayudan como pueden, es muy valorable. Somos 2; docentes el directivo yo, pero ahora estoy como directiva yo, más otro docente», puntualizó.
Tambien dijo que quieren trabajar con otras problemáticas de fondo, como el cultivo del tabaco, los agrotoxicos y demas cuestiones que hacen a la vida misma en esa zona.