Final de la votación en el Congreso de la Ley de Bases, aprobada, e inmediatamente se comienza a escuchar el término “traición” en un medio, donde la lealtad es sospechada ´por estar bajo tensiones “negociadoras”, ahora, este concepto de traición implique un juicio demasiado fundamentalista por estar parapetado en otro concepto como es el de “patria”, entonces, los traidores son -traidores a la patria- desde esa morada política y su clásico calificar, la que nos vuelve a situar ante otra vuelta de tuerca del llamado peronómetro, sujetos que determinan y posicionan el “elitismo” de quien, en las filas de ese partido, es un “verdadero” peronista o no.
Pero hay que tener en cuenta que –patria- es un “significante”, lo que políticamente hablando Laclau denomino -significante vacío-, sería aquel al cual no le corresponde “ningún” significado específico, pero la mirada calificadora que se arroga -para sí- la facultad de determinar el significado del significante, le otorgue un sentido unívoco a algo que -no lo tiene-, como implican los siguientes términos de patria, el pueblo, la nación, pues no existen con un “solo” significado tales significantes, y cuando así se lo determina, es algo que se fuerza, tornándolo un mero sonido -sin sentido-, porque el significante tiene un abanico de posibilidades que no admiten tal cierre semántico.
Por ejemplo, una definición de ese significante unívoco es la frase kirchnerista de “la patria es el otro”, ¿el de derecha, del opositor, aquel que no piensa como vos?, no, no, se dirá sino al contrario, se trata de ese otro que piensa afín a vos, a tus ideales, sustentado en el pueblo, en la pureza doctrinaria, esos son los “verdaderos” patriotas, ellos parten de una objetividad cimentada en lo que denominan patria, pero no debe pasar desapercibido el sesgo ideológico de tal construcción semántica, porque lo ideológico, aquí, no es un valor, sino un “tergiversar”, posicionar como ¡objetivo! los sentidos unívocos de patria, pueblo y nación, cuando se trata de una mirada partidaria e interesada en el propio “beneficio” dirigencial.
Y para terminar, “no hay” traición en un recinto donde el -negociar- es la norma que impera, entonces, el colmo,……….. “no se negocian nuestros ideales, nuestras banderas etc. etc. etc.”, ¿ve que no hay solución compadre?

Juan Oviedo