• 07/12/2024 08:34

Reflexiones entre equívocas y univocas: Padecer (por Juan Oviedo)

El -operador mediático- comienza su columna hablando de la “quita” de derechos por una medida de gobierno a los derechos de los trabajadores, conquista que si -no cuenta- con una ley que lo torne ley y vulnerar esa ley es ¡dolo!, de no existir eso, el derecho solo es mera declaración de principios y punto, por ejemplo, el derecho al aguinaldo en Argentina está respaldado por el Decreto/Ley 33.302 de 1945 y la Ley 23.041 de 1983, entonces, quien no cumple la ley comete delito.

Si yo -como trabajador- se me “otorga” ese derecho es porque alguien ajeno a mí, me beneficia, pero ese alguien no es una persona sino una institución como puede ser un partido político que lo gestiona, ahora, si yo como trabajador ¡soy poder!, no voy a necesitar la mediación de nadie y mantener mi autonomía, ese sería el cabal sentido de acción del trabajador, pero al no ser así, el trabajador depende de ese tercero, armándose la siguiente correlatividad -partido, derecho, trabajador- y una vez instalada, al posicionar a alguno de los tres, tácitamente se posicione a los restantes, ¿cuál es lo subliminal que el operador mediático quiere posicionar? él quiere terminar hablando de las bondades del peronismo y para ello, aborde a cualquiera de esos tres como punto de partida, entonces, el trabajador una vez más es “usado”, se lo nombre para posicionar a lo otro.

No hay gente más vulnerable que el trabajador, este solo tiene su trabajo para subsistir, de hecho, la famosa “politización” que ese trabajador debe poseer, siempre es para que piense, vote y forme parte de un partido, esto significa que jamás habrá –dictadura- de alpargatas, que necesitaría de trabajadores “esclarecidos” o “mesiánicos” del jornal, sin estructura partidaria alguna ni sujeta a intereses sindicales, entonces, ¿cómo surgirían, de donde, con cual fundamento devendrían tal?, ¡imposible!, lo que muestra a las claras la indefensión de ese trabajador, por el cual -si o si- siempre dependerá de aquellos que dicen defenderlo, peronismo, sindicalismo.

Sería fantástico un trabajador politizado sin abrevar de las clásicas aguas del peronismo, sindicalismo, socialismo, sin esas ideologías acechantes, tal trabajador parecería ser una “tabula rasa”, bruto, ignorante, rudo, iletrado y todas las calamidades por tal falta de habilidades, pero la –universidad- del dolor, la miseria, el esfuerzo, la poca paga está presente, por el cual ese trabajador -no es- tabula rasa por ser parte de un innatismo histórico como cabal teoría de su recorrido penoso, porque ser trabajador, es ser “miseria” al servicio de los otros, y todo lo que se diga acerca de él, de sus bondades, clase, revolución, etc. son solo lindas conjeturas tras oídos sordos a la verdad de su condición, su padecer.

Juan Oviedo