Lo que hace que un “laberinto” sea tal, es que sus senderos no conducen a ninguna salida y los que lo caminan, al estar presos por lo ilusorio de la salida les quite captación de su realidad de fondo, estar atrapados, sin –saber- que lo están. Hoy el -caso Loan- y las -elecciones en Venezuela- nos muestran ese laberinto y esto ¿qué significa?, que todo lo que usted pueda pensar, decir, considerar, escuchar y los extensos etc., no lo conducirán a nada superador, los hará continuar en el “lodazal” del laberinto, empantanados bajo la quimera que se avanza en alguna dirección.
El lodazal del laberinto es la ideología instalada a favor de unos y de otros, un conductor supo decir, “la derecha golpista” en Venezuela y por supuesto, no lo dice, pero las muertes ocurridas sugieren que es “culpa” de esa derecha, pero –ellos- no los mataron, sino los otros, las fuerzas represivas en manos del gobierno, decir que ¡ganamos! pero sin mostrar prueba alguna de ese triunfo es un exceso de confianza o una ceguera tras su -propio ojo- que no desea mirar que -algún día-, se acabará lo iniciado hace ¡25 años!
Mire usted, en Venezuela -unos y otros- son patriotas, y por lo tanto ¡traidores!, ahora, supongamos que la voz institucional cargue con la responsabilidad de ser -una voz- vinculada a la no tergiversación de los hechos, y debe diferenciarse de la “otra voz”, de la gente, del negro, de la protesta etc. y no posee ningún valor institucional, pero vivir en un estado de instituciones corruptas, mentirosas, corrompidas, tal como lo es el -terrorismo de estadoquien determina lo que es terrorismo y en función de eso -mata, encarcela, tortura-, nos lleva al siguiente problema, que tal institución no es combatida como institución podrida, infecta, putrefacta y solo abierta a los intereses de grupo y personales, tal como nos lo “muestra” el caso Loan, donde las instituciones -policía, poder ejecutivo y judicial- ameritan una intervención.
Ahora, este problema de la lucha contra lo institucional y la falta de poder para limpiarla de sus “nocivos” instituyentes, es por la aureola de fondo que rodea a lo institucional, hablamos de la objetividad, equidad y soberanía institucional instalada para beneficio de la sociedad entera y llevada adelante por instituyentes probos, honestos e íntegros, pero, la historia en este país nos dice que la configuración de la “superestructura” local, nació en las filas de profesionales y amparados por su condición de clase generaron nexos, vínculos, simpatías, apellidos, herencias de puestos y futuros electos o la argamasa de lo institucional según la condición de clase de tales instituyentes y sede del verdadero poder político.
Por eso el lodazal del presente laberinto, las instituciones que no conducen a nada porque ¿puede haber sustento político sin un sustento económico?, ¡no!, pero ¿porque no hacen nada las víctimas en este país ante las atrocidades económicas llevadas a cabo por este gobierno? porque no tienen poder, y no lo tienen porque sería peligroso que lo tuvieran y no para “la casta”, sino para -la clase- parapetada en lo institucional, donde el laberinto es la credulidad al político que miente , y continua con el partido que desea que deleguen en él -el hacer- de tu destino , y se complete con el relato que emboba por el sonido seductor de “llevo en mis oídos la más maravillosa música…..”, por supuesto, el laberinto siga con la patria, la República, el país, mientras, “vos”, con el hambre diario en las entrañas ¡no haces nada! por
estar -ya sabes dónde-.
Juan Oviedo