Reflexiones entre equívocas y univocas: ¿Batalla Cultural? (por Juan Oviedo)

El colectivo “argentino” comparte -creencias, relatos, dogmas, leyendas- etc., algo mantenido por -décadas y décadas- en el país, ahora, tales -ideas- posicionen una aureola de ignorancia, superstición y fe en las conciencias del colectivo, usted pedirá ejemplos: el pueblo nunca se equivoca, Argentina como potencia, el mesianismo político instalado, la independencia de los medios, la honesta representación de los políticos, las fidelidades partidarias, los patriotas, el pueblo etc., nos señale que el colectivo asumió como real esos “intereses y valores” pero de los que no está seguro del significado “subliminal” y de clase
de los mismos, porque ¿quién gobierna?, siempre algún representante de la elite lo cual expresa una condición, ser -hegemonizado culturalmente- por tales leyendas, pero y eso ¿cómo ha sucedido?, por el ejercer de sus -intelectuales tradicionales- quienes posicionan tal “hegemonía cultural” de la elite en este país.

Para ser hegemonizado -el colectivo- debe estar bajo una carencia “disfrazada” de abundancia: las creencias en los relatos, pero ¿y la carencia?, la falta de crecimiento intelectual, capacidad racional o crítica alguna, para liberar a la gente de las “falsedades” del -decir-, ¿recuerda usted la palabra mito? significa “lo que se ha dicho”, bueno, una mitología se instala cuando no se ejercita la crítica o el examen racional de lo -dicho-, y nos llene de crédulos, ilusos e ignorantes, donde se edifica lo “real”, la -verdad- se dogmatiza y desde ahí se estructure a seguidores, militantes, partidarios.

Mire, deje de lado la distinción gramsciana entre intelectuales -tradicionales y orgánicos- porque vamos a señalar la postura de los “supuestos” orgánicos o sea, sujetos, integrantes, periodistas que creen -no estar- “presos” de esa hegemonía, por auto determinarse o auto percibirse así, pero eso -no los- excluye de ser -como los otros- hijos del status quo, los tradicionales, entonces, usted se pregunta ¡cómo status quo!, si no son tradicionales, mire, compare las creencias de estos orgánicos con los tradicionales y notara que los orgánicos creen en el sistema democrático, en el sistema electoral e instancia válida para confiar “poderes” a sujetos cuya única virtud es posicionar a rajatabla la creencia en la democracia, el fundamento de la representación y la presencia sustancial de lo ideológico, el político y al partido, ¿entonces?, no hay nada distinto entre “ambos” intelectuales para utilizar la definición de Gramsci, -mantenimiento o ruptura- de toda “hegemonía cultural” según el ejercer opositor entre de ambos “tipos” de intelectuales.

Así, -tradicionales y orgánicos- compartan el mismo paradigma que da sentido a un país, a su sistema electoral y político, idea instalada en -todos los continentes- por ello es que solo hay “operadores tradicionales” y pseudos orgánicos, y la “batalla cultural” convertirse en un cliché por no tener una representación de “ruptura” con las ideas hegemónicas instaladas, y mire usted hasta ¡qué punto! está instalado lo hegemónico que fuerce la siguiente retórica, “bien, pero sin democracia, ni políticos, ni instituciones afines a ella ¿cómo se puede vivir?”, pero si tiene en cuenta que lo “más” revulsivo a un sistema con cambios de gobierno como puede ser una “revolución” termine con -una elite- gobernando la misma, muestre la -no salida- de todo esto.

Las tiranías que existen en los presidencialismos, la misma de la cuantificación avalada por el sistema, la tiranía del mercado, el trabajo, del hambre y la necesidad provocada, y allende a ello postularse la importancia del elegir, la libertad, autonomía e independencia, suenan a grotescos galimáticos, porque el relato ¡hegemónico! posicione a estas últimas como algo real, quizás posible e incluso utópico, por lo cual -derecha e izquierda- como instancias rupturales son falsas, por compartir el mismo sentido, son medios con “iguales” fines, el estado, el poder. Así, el -animal politicón- es un sumiso barbarizado y solo alguien así puede creer en todo político, mientras, la globalización y el mercado posiciona como nadie lo irreal del discurso nacional, es más, lo nacional en especial en este país, más la idea de patria implique el mayor ¡narcótico! en todos aquellos afectos a tales leyendas y quedar sumidos en el autismo acerca de lo real que toda -hegemonía cultural- provoca, y la que al propio Gramsci al padecerla, la combatió con el mensaje opositor, pero hizo lo mismo de lo que deseaba combatir, posiciónó mitologemas, tras ¡otro tipo de hegemonía!

Juan Oviedo