Este viernes Oberá celebra su santo Patrono

Con homenajes a San antonio de Padua y Misas desde las 7,30 y la central presidida pot el Obispo Damian Bitar a las 10 y luego procesión con la imagen de San antonio, a las 11 hs, se realizará este Viernes 13, la celebración a San Antonio de Padua, Patrono de Oberá.

Los festejos incluyen una Peatonal en horas de la tarde con emprendedores, expositores, música y posterior sorteo estímulo del Bono colaboración frente a la Catedral San Antonio.

¿Quien fue San Antonio de Padua?

Su nombre de bautismo es Fernando. Portugués, de Lisboa, nace en una familia noble en 1195, se supone que el 15 de agosto. Tiene 15 años cuando entra en la Orden de los Canónigos Regulares de San Agustín. Se prepara para el sacerdocio en Coimbra (Portugal), en el Monasterio de Santa Cruz. Es ordenado a la edad de 24 años, y dirigido hacia la carrera de teólogo y filósofo. Fernando decide seguir las huellas de Francisco de Asís, y elige llamarse Antonio, para imitar al santo anacoreta egipcio. Madura una llamada fuerte a la misión, y con este ideal parte inmediatamente para Marruecos.  Pero contrae una enfermedad y se ve obligado a un reposo forzado. No puede predicar. No le queda otra que volver a Lisboa, pero una tempestad lleva la nave en que está embarcado hasta las costas de Sicilia. Antonio se cura, y en 1221 llega a Asís, donde Francisco ha convocado a todos sus hermanos. Esta es la ocasión para conocerlo en persona. Es un encuentro sencillo; Antonio fortalece su elección de seguir a Cristo en la fraternidad y “pequeñez” franciscana y es enviado a Romaña, al retiro de Montepaolo. Aquí, se dedica sobre todo a la oración, a la meditación, a la penitencia y a trabajos humildes.

La elección de Padua

Por los talentos que muestra, puestos al servicio del Reino de Dios, Antonio, a la edad de 32 años, es nombrado superior de la fraternidad franciscana del norte de Italia. En este cargo, no escatima sus visitas a los numerosos conventos bajo su jurisdicción y abre nuevos conventos. Mientras continúa predicando y arrastrando grandes multitudes, pasa muchas horas en el confesionario y se reserva momentos para retirarse en soledad. Elige vivir en Padua, en la pequeña comunidad franciscana de la Iglesia de Santa María Mater Domini, y a pesar de ausentarse por períodos breves, establece con la ciudad un fuerte l-vínculo.

 Celebrada la Pascua, Antonio, que ya tiene problemas de salud y está bastante deteriorado por las fatigas, consiente retirarse por un período de convalecencia, con otros hermanos, y acepta la invitación a un retiro y meditación, en Camposampiero, a pocos kilómetros de Padua. Pide que le sea adaptado un pequeño refugio sobre un gran nogal, para pasar las jornadas en contemplación y dialogando con la gente sencilla del lugar, volviendo al retiro al anochecer. Es aquí donde tiene la visión del Niño Jesús. El 13 de junio, le sobreviene un malestar; comprende que su hora ha llegado y pide que le lleven a morir a Padua. Es transportado en un carro de bueyes, pero llegando a Arcella, pequeña aldea cerca de la ciudad, expira murmurando: “veo a mi Señor”. En deuda con San Agustín en el pensamiento, Antonio conjuga de forma original, mente y corazón, búsqueda de la especulación y ejercicio de la virtud, estudio y oración. Doctor de la Iglesia, en Padua le llaman simplemente “el Santo”.